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Cada vez menos energías
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Argelia ha optado por suspender los contratos que había suscrito su empresa estatal Sonatrach con Repsol y Gas Natural para la explotación de los yacimientos de Gassi Touil. Esta decisión, que supone un duro revés para las citadas empresas y para el gobierno de Zapatero, es una respuesta al giro de la política española con respecto a la crisis del Sahara. Es consecuencia de la evolución de posiciones de la Zarzuela y del ejecutivo del PSOE, cada vez más cercanas a las tesis marroquíes, en ruptura con la tradicional orientación hispana. Paralelamente, el gobierno de Argel despliega una estrategia de nacionalización de sus empresas y recursos energéticos, similar a la desarrollada en Venezuela y Bolivia y a la que se apunta en Argentina (países todos ellos donde España –y Repsol– tiene sus intereses energéticos).

A esta noticia se ha unido la de creación de un nuevo gigante europeo de la energía, tras la fusión de Gaz de Francia y el grupo belga Suez, con la participación destacada del Estado galo (de un 36%), para resaltar la catastrófica situación de los intereses globales de España en esta materia. Por presiones de los lobbys ecólatras y del arqueo-izquierdismo, carecemos de perspectiva alguna de desarrollo de centrales nucleares y nos hallamos en completa dependencia del exterior. Zapatero prometió sacarnos de esta situación mediante la creación de “campeones españoles de la energía”, pero no sólo ha sido incapaz de aglutinarlos, sino que además ha permitido la colonización del sector con la entrada del Gobierno de Italia en Endesa, a través de Enel, y del Gobierno francés en Gas Natural, por la vía de la nueva empresa que ya estaba posicionada en la gasista catalana.

En realidad, el discurso de los “campeones españoles” era un embeleco de Zapatero para facilitar la entrada de los campeones nacionalistas catalanes en las grandes empresas de la energía española. Ese discurso se lo ha llevado el viento; en su lugar vienen cataratas de discursos sobre “el mundo global” y “las empresas europeas”. Todo ello para encubrir que gran parte del sector eléctrico español ha pasado a manos extrajeras y que la llave del gas la tiene una Argelia convencida de que la asiste la razón política, a la vista de la traición de la monarquía española en la crisis del Sahara.

El Partido Nacional Republicano defiende la necesidad de una república española que socialice el sector de la energía y avance en la búsqueda de la suficiencia energética, con recurso a la energía nuclear en condiciones óptimas de seguridad y protección del medio ambiente.