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En Vascongadas y Galicia, el 1 de marzo, ¡voto en blanco!
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La igualdad, la libertad y el progreso de los españoles sólo pueden garantizarse mediante la constitución de España en República única e indivisible. En ella, la lengua oficial en las administraciones públicas y vehicular en todos los tramos de la enseñanza debe ser sólo la española. Ningún ciudadano español debe verse obligado a utilizar lenguas regionales o locales.

Las elecciones de Vascongadas y Galicia del 1 de Marzo, arrojen el resultado que arrojen, servirán para erigir parlamentos y ejecutivos autonómicos antiespañoles. Estas “nacionalidades históricas” –así las define la constitución de la monarquía de Juan Carlos I– son motores de la fragmentación de nuestra Patria y cortijos lingüísticos donde se persigue y reprime a los españoles, ya sea mediante la imposición de la lengua “cooficial” en ambas regiones, ya sea mediante al tiro en la nuca en las provincias vascas. Los españoles no podemos ser partícipes de esta opresión. Votemos a quien votemos, no va cambiar nada en Vascongadas ni Galicia. La única salida es la ruptura con las instituciones del régimen del Borbón protagonizada por el conjunto del pueblo español. La lucha directa es el único camino. Esa lucha incluye el voto activo del rechazo en las próximas elecciones autonómicas: españoles de Vascongadas y Galicia, el 1 de Marzo, ¡voto en blanco!

En estos comicios, no son solamente las formaciones abiertamente separatistas las que impondrán dinámicas centrífugas, sino también los supuestos “partidos nacionales”, que rivalizan por liderar el curso invariablemente disgregador del régimen autonómico implantado en 1978.

En el País Vasco, el PSE aspira a desbancar al PNV o pisar el trozo de moqueta que le permita éste. Patxi López pretende “catalanizar” la escena vasca con un Estatuto de la misma guisa que el pergeñado en el “Principal” y ocupar el mismo puesto que Montilla. Una “Euzkadi, comunidad nacional” alternativa a la Euskal Herria de Ibarreche, pero que recala en el mismo lugar común de las reivindicaciones del separatismo: “el derecho a decidir del los vascos”. El líder de los populares vascos, Basagoiti, quien ha definido certeramente al PSE como un partido acomplejado de “maketos”, ha expresado así la situación: «Si ganan, un pacto a la catalana con EA, Aralar y EB; y si no ganan, irse con el PNV al coche oficial».

Pero, ¿qué hay del PP vasco? En su tránsito a la “política pop” ha sido afectado por el reciente destape de corrupciones y los sondeos negativos que vaticinan los peores resultados de su historia. Los regios consejos del Borbón le emplazan a apoyar la investidura del Lehendakari López. Y las directrices de Génova a caer “simpáticos” a los “nacionalistas moderados” del PNV. En definitiva, el PP no pintará nada en Vascongadas. Así, UPyD se presenta como opción de “mal menor” para  sectores de votantes del PP decepcionados, jaleados por el diario “El Mundo” y las arengas radiofónicas de Federico Jiménez Losantos. Sin embargo, el discurso de Rosa Díez es tan vacuo como fraudulento: “sólo queda por ver al PNV en la oposición, porque ya le toca y porque es bueno, y además representaría el final de la transición en la comunidad autónoma vasca”. Para ello estaría dispuesta a apoyar la investidura del Lehendakari socialista, el que unos meses atrás alentara la “paz” con los etarras, si imprimiera «más democracia y un gobierno constitucionalista». Es decir, se presta como fuerza auxiliar del PSE siguiendo la consigna del Rey de apoyar a Patxi López.

En Galicia el eje principal parece gravitar en torno a la cuestión lingüística. Los sátrapas del Borbón pugnan por imponer el “cooficial” gallego, la lengua “do pais”, bajo diversas fórmulas: desde el habitual expediente de la “inmersión”, heredado de la anterior etapa fraguista e impuesto hasta el paroxismo por el PSG en coalición con los separatistas de BNG, hasta el programa educativo de tercios lingüísticos de Núñez Feijoo, en consonancia con la “simpatía” del líder popular hacia el galleguismo. El constitucionalismo radicalizado, o “revolucionario”, como proclama ahora Rosa Díez, se mueve en los mismos parámetros “cooficiales”. Postula el derecho a elegir una de las dos lenguas oficiales, en aras de “la libertad individual”. Poco le importa, por lo visto, la función institucional de integración que desempeña la lengua oficial en una nación seria. Ocurra lo que ocurra tras el 1 de Marzo, los resultados electorales traerán una reforma del Estatuto autonómico gallego con declaración empotrada de “soberanía nacional” y más lengua “cooficial”.

 

¡Abajo la Monarquía y el Estado de las Autonomías!
Contra los virreyes del Borbón, ¡voto en blanco!