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Refugiados sirios: hipocresía sangrienta, geopolítica y laissez-faire
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Asistimos al éxodo masivo de refugiados sirios que huyen hacia Europa del caos en el que ha sido sumida su patria. Pero este drama, sólo es una parte del horror que padece el pueblo sirio, asolado por las hordas de mercenarios islamistas patrocinados por Estados Unidos, sus esbirros de la OTAN, con Turquía, Reino Unido y Francia a la cabeza, demás adláteres regionales, (Qatar, Arabia Saudí, Jordania e Israel), y la abyecta complicidad de la UE. La contraposición de intereses y motivaciones de todos estos estados terroristas, no obstante, confluye en una criminal conjura contra la República Árabe Siria (RAS) dirigida a la devastación del país, su cuarteamiento territorial y el derrocamiento de su gobierno.

Presenciamos por tanto, un desastre motivado por las políticas genocidas de “occidente” y sus aliados que ahora las plañideras de Eurolandia tratan de endulzar con lacrimógenos llamamientos a la solidaridad ante el sufrimiento que ellos mismos han propiciado y del que, al igual que los mafiosos de la inmigración que trafican con personas, posiblemente, esperan sacar algún tipo de provecho.

La verdad de Siria

La RAS es un nación regida por los modernos principios del laicismo y el nacionalismo político, en el que la condición de nacional sirio se antepone a la tribu, la etnia y la confesión religiosa, sea cristiana, musulmana suní o alauí, drusos, etc.

La “oposición” al régimen de Bashar Al-Assad auspiciada por Washington y sus aliados ha mostrados que los “rebeldes moderados” que han recibido su financiación, entrenamiento, armamento, equipamiento, asesoramiento, apoyo de inteligencia y logístico, no son otros que los fanáticos y retrogradas tafkiris de inspiración rigorista saudí encuadrados, entre otras organizaciones armadas, en la filial de Al Queda, Frente Al Nusra; el Estado Islámico; El Ejército del Islam o el Ejército de la Conquista, a quienes sin distingos, los sirios califican como terroristas. No hay una guerra civil ni un levantamiento popular ahogado en sangre por Damasco, sino una heroica guerra sin cuartel de la RAS contra los portadores del siniestro estandarte de la barbarie islamista, pródiga en todo tipo de atrocidades y matanzas, la persecución de minorías, la imposición de la ley coránica en las zonas bajo su ocupación, y una vis destructiva que en su demencia salafista alcanza a la demolición del patrimonio arqueológico-cultural de la nación siria. A esta concienzuda devastación contribuye la “Coalición anti-ISIS” liderada por USA que, bajo el pretexto de combatir a Daesh, bombardea infraestructuras sirias.

De una población de 23 millones de sirios, 11 millones son refugiados, de los cuales, casi 4 millones están diseminados en campos de Turquía, Líbano y Jordania. Pero más de 7 millones, la gran mayoría, se hayan desplazados de sus hogares sobre el mismo territorio de Siria, escapando del terror islamista.

¿Estampida espontánea?

No concurre ningún acontecimiento ni debacle en el curso de la guerra desatada contra Siria ni en la línea de frentes que empuje, justo en este momento, tras más de 4 años de calamidades, la salida en tromba de la población siria por la frontera turca. Primordialmente, lo hacen desde los mismos campos de refugiados que aloja este país, miembro otánico involucrado de forma destacada en la desestabilización de la RAS. Turquía ha facilitado la entrada de yihadistas de todo el mundo al territorio sirio, les ha servido de cuartel y santuario, con la cobertura incluida de misiles patriots de la OTAN, a la que el reinito de Expaña ha prestado varias baterías y sus dotaciones. Y ahora procura la salida de refugiados con destino a Grecia como primera etapa de esta extraña y repentina oleada migratoria que, tras su raro periplo por los Balcanes, aparentemente, ha desbordado a la UE a las puertas de Hungría.

Es obvio que la Turquía de Erdogan cumple con un rol deliberado en la estampida y canalización hacia Europa de esta masa humana. Sea por una estrategia propia, dentro de sus ambiciones regionales, o por indicación de su principal aliado, Estados Unidos, con la finalidad de sembrar en Europa los vientos de una tempestad que sirva para alinearla bajo su égida en su pugna contra las potencias emergentes de Eurasia. O bien, de forma más inmediata, como preludio de un conmovedor guión que justifique ante la opinión pública mundial una intervención “humanitaria” contrarreloj sobre Siria, que permita a Norteamérica asestar un golpe definitivo a Damasco antes que Oriente Próximo pudiera quedar reordenado y pacificado en honor a sus pactos con Irán.

Algunas voces alarman de la infiltración de islamistas del ISIS en Europa aprovechando este movimiento migratorio, unos 4.000 se dice. Pero, aunque fuera así, el peligro yihadista en Europa se nutre internamente de forma latente. Por el momento, la balanza europea arroja superávit en su saldo exportador de terroristas: desde Europa han partido a degollar sirios e iraquíes cerca de 6.000 voluntarios de la yihad, nuevos europeos de tercera, cuarta o quinta generación de la inmigración de países de origen musulmán, enardecidos por las soflamas salafistas de mezquitas financiadas por Arabia Saudí, Qatar o Marruecos en el Viejo Continente quienes, tras su macabro tour por Oriente, retornan a sus hogares europeos fogueados.

Hágase un selfie: catástrofe humanitaria, flujos migratorios y laissez faire

Sin embargo, estos contingentes de sirios que buscan el asilo en Europa representan una porción del flujo migratorio procedente de otros países que han sufrido directamente los bombardeos y la ocupación de la OTAN, como es el caso de Afganistán e Irak. Libia, convertido también en estado fallido tras los ataques otánicos de la “primavera árabe”, es un coladero al que se suma la migración ilegal que presiona desde África y Asia arribando por el Mediterráneo a Italia y llegando hasta el paso de Calais.

Pero esta tromba migratoria dirigida a la Europa del liberalismo que consagra como uno de sus principios la libre circulación de personas, cuenta con la aquiescencia de Berlín, que saca pecho liderando la acogida de refugiados e imponiendo, en un nuevo alarde de su insufrible suficiencia moral, la “responsable” asunción de cuotas a sus socios a la greña en esta cuestión, so pena de retirarles ayudas europeas. La Alemania de Merkel, la canciller que hacía llorar a una niña palestina amenazándola con expulsarla no hace mucho tiempo atrás y en estos días posaba en un selfie con refugiados, en nombre de la solidaridad y otros grandilocuentes valores de Eurolandia, será la mayor receptora de este nuevo “ejército de reserva” que cuenta con cuadros cualificados formados gratis, satisfaciendo de esta manera las demandas de patronal alemana del gran capital que, con fruición, sigue echado mano del clásico repertorio liberal sobre los miríficos beneficios de una inmigración cuyo efecto verdadero es presionar a la baja los salarios y las condiciones laborales en general.

Acoja a un refugiado o métale la zancadilla

Las imágenes captadas de las zancadillas de la reportera húngara a los refugiados y el trato policial vejatorio que destila el repugnante etnicismo magiar no representan, quizá, lo peor de Europa. Como tampoco expresa lo mejor, el encomiable comportamiento de muchos ciudadanos europeos volcados de manera espontánea en auxiliar a los millares de refugiados que persiguen el asilo.

Eurolandia, en su rendido vasallaje a USA, aplica sanciones dirigidas contra el régimen de Damasco y los que lo apoyan mientras, a su entender, continúe la “represión”. Tales sanciones comprenden importaciones, exportaciones e inversiones al transporte, infraestructuras etc. Pero más allá de estas, para la UE, “solo se llegará a una solución duradera del conflicto a través de un proceso político conducido por Siria que lleve a una transición”. La UE, según declaración oficial, “sigue alentando todos los esfuerzos encaminados a este fin”. Es decir, traducido del versallesco lenguaje de Bruselas, mientras la RAS se defienda de la canalla islamista reclutada en los confines de la tierra, Eurolandia contribuirá a la aniquilación de Siria y su pueblo, y al desalojo a sangre y fuego de su régimen secular, conforme a los objetivos de Washington.

¿A qué vienen tantas lágrimas de cocodrilo por los refugiados sirios y manifestaciones solidarias de apolíticos humanitaristas? Los valores de los europeos no deben ser los caritativos de ONG, sino los de Justicia y Verdad. Los buenos europeos deben gritarles a sus gobernantes a una voz: ¡Basta de injerencias criminales y terroristas en Siria!

Mientras todos esto sucede, la República Árabe Siria sigue dando un asombroso ejemplo de tenaz y sobrehumana defensa de su soberanía y resistencia frente a la barbarie y sus patrocinadores. ¡Larga vida a la RAS!