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Cuatro ideas-fuerza del Partido Nacional Republicano
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En la reciente reunión de la Secretaría Ge­neral del PNR, el pasado 17 de abril, se abordó la cuestión de las “ideas-fuerza”, ese manojo de afirmaciones claras y tajantes que identifican netamente a una fuerza po­lí­tica, que son hilo conductor de su pro­grama y que le libran «de todo linaje con el ene­migo».

Cualquier repaso de la trayectoria del PNR revela que sus “ideas fuerza” se reducen a cua­tro. Primera: la Patria española pe­recerá si no consigue acabar su construcción nacional. Se­gunda: la Nación española aca­bada es la repú­blica unitaria. Tercera: esa repú­blica demanda un nuevo socialismo. Cuarta: la na­ción española republicana y so­cialista requiere un nuevo par­tido.

 

España necesita acabar su construcción nacional

La Patria española es una realidad histórica bimilenaria. Arranca de la conformación de Hispania, en el seno de la civilización de Roma. Es el lugar de nuestros padres y queremos que sea el de nuestros hijos.

La Nación, legitimada por la voluntad po­pu­lar, es la forma moderna de la Patria. Pero nuestra cons­trucción na­cional, iniciada en 1812, con las Cortes de Cádiz, aparece hoy como una empresa inconclusa y repleta de malformacio­nes. Éstas la abocan a una re­gresión lamenta­ble: el estallido en repelen­tes micro­naciones ét­nicas. El PNR ha na­cido en lucha contra esa de­riva, y a favor de la culminación de nuestra construcción na­cional como comunidad de ciu­dada­nos.

 

La Nación acabada es la República

La comunidad nacional de ciudadanos no es po­sible en el ámbito de la Constitución de 1978. Para culmi­nar su construcción nacio­nal, España debe consti­tuirse en República única e indivisible, democrática y laica. La III República por la que lucha el PNR ga­rantizará la igualdad de los españoles ante la ley y en cuanto a condiciones sociales de desarrollo, por encima de diferencias lin­güísticas, de ideas religiosas o peculiarida­des regionales.

La soberanía nacional residirá en el con­junto del pueblo español. Ningún territorio, grupo, familia o individuo podrá arrogarse facultades inherentes a su ejercicio.

Como expone el Programa Político del PNR, la República procederá a una ordena­ción territo­rial en régimen de descentraliza­ción adminis­trativa, basada en las Provin­cias y en los Muni­cipios –con sus diver­sas formas de asociación–. El español será la lengua oficial de la Repú­blica, que todos los ciudadanos tendrán el deber y el derecho de conocer. A la vez, se protegerá el uso civil de las demás lenguas existentes en la Na­ción española. El Estado garantizará la li­bertad religiosa y de culto de los ciudada­nos, pero no admitirá injerencias eclesiales en la es­fera política.

El PNR ha conferido gran importancia a la necesi­dad de un sistema educativo público que no sólo tenga como objetivo la transmi­sión de saberes, sino además la educación patriótica sistemática.

Los partidos y las agrupaciones políticas ejer­cerán libremente su actividad de educa­ción y forja de la voluntad popular, dentro del respeto a los menciona­dos principios de la soberanía nacional y de unidad de la Re­pública.

 

La República demanda socialismo

La idea republicana se asocia a la primacía de la “cosa pública”, a la igualdad  y a una ferviente inten­ción de comunidad. No se agota en un cambio de instituciones políti­cas. Necesita asentarse en el so­cialismo, entendido como es­cudo de la soberanía na­cional frente a la pene­tración imperialista; como afirmación de los in­tereses de la Na­ción frente a toda pulsión indi­vidualista e insolidaria, y como sustancia efec­tiva de la igualdad ciudadana, que no puede re­ducirse a proclamas constitucionales. De acuerdo con nuestro Programa, ese nuevo so­cialismo supon­drá la reorganización de la Na­ción es­pañola en torno al eje del Trabajo, en todas sus manifestaciones, considerado como ser­vicio a la comunidad y como única fuente legítima de reconocimiento social.

En esta dirección, la República acometerá la ordenación económica y social de España me­diante un Plan Nacional de Trabajo. Éste se apoyará en la so­cialización de las institu­ciones de crédito, fuentes de energía, gran­des enclaves industriales y servicios so­cia­les esenciales. El mercado será objeto de re­gula­ción estatal en tantos aspectos como re­quieran los intereses na­cionales.

 

La Nueva España requiere un nuevo Partido

Este proyecto de nueva España no puede ser la obra de un partido de simple gestión de lo exis­tente. Re­quiere un “partido histórico” que se sepa punto de arranque hacia la re­novación de España mediante la instaura­ción de un nuevo Estado. Un Partido cuya misión será transfor­mar a la masa seria­mente desna­cionalizada y atomizada de nuestros actuales com­patriotas, en pueblo español consciente, republicano y socia­lista.